Gracias a la vida y a mi padre...
Como les he contado...
...en otros momentos, yo soy una enamorada más del fútbol y el glorioso Deportivo Saprissa. Los colores morado y blanco los llevo en mi piel. Mi corazón late al ritmo de las canciones de la Ultra. Vivo y respiro fútbol desde la primera vez que estuve en la Cueva. Voy siempre al estadio desde Alajuela. He vivido los mejores partidos que puedo recordar desde ahí. Y todo esto se debe al principal impulsor de esta pasión; quien siempre de su mano me acompaña en cada mejenga, y quien me enseñó a amar al Monstruo siendo tan solo una niña que aún no conocía la grandeza del Saprissa: mi papá.
Ustedes dirán: ¿unos morados viviendo en Alajuela? Aunque no lo crean, es más común de lo que parece. Una gran parte de mi familia es morada. Todos en mi casa, los hermanos de Papi y sus hijos, todos morados. Pero todo esto se debe a que mi papá, don Leonel, es saprissista como su mamá. Papi es de las personas más moradas que conozco. Yo recuerdo estar muy pequeña, siempre en sus regazos, viendo partidos de fútbol, tenis, basketball, ciclismo y muchos otros deportes. También recuerdo que cada domingo, como un ritual que teníamos, nos despertábamos a las 8 de la mañana para ver MonstruoTV. Este amor nos hizo encontrar en lo que somos más afines y nos ha permitido compartir nuestra pasión más grande. Gracias a Saprissa hemos construido una amistad hermosa y llena de amor. De hecho, las pocas veces que voy al estadio sin él, me siento extraña, incompleta. Me hace falta mi morado favorito.
De mis recuerdos favoritos con papi en el estadio es cuando ganamos la 30. Todavía se me eriza la piel al revivir el momento en que cantamos juntos que éramos campeones por una vez más, los más ganadores de Costa Rica. Desde la 29 hasta la 34 las celebramos juntos en el estadio. En casa vivimos la 35 y la 36 que, por el COVID, no pudimos vivirlas desde cerca. Pero siempre hay una forma de regresar. Y juntos esperamos la llegada de la tan anhelada Copa 37 para añadirla a nuestra historia de campeonatos que hemos celebrado.
Me enternece muchísimo saber que cuando Papi empezó a llevarme a la Cueva, yo tenía apenas 8 años. Desde eso, hemos ido a una cantidad innumerable de partidos en todas las instancias y torneos posibles. Fase regular, fases finales, campeonatos nacionales e internacionales. Lo de nosotros es ver a nuestro amado Saprissa juntos, desde Sombra Oeste o desde donde sea. Lo curioso es que cuando empezamos, él era quien me llevaba a Tibás. Ahora soy yo la que nos lleva a nuestra segunda casa y espero poder seguir haciéndolo hasta que la vida nos lo permita.
En este último campeonato, el día de la gran final de ida en La Cueva, fuimos los de siempre. Papi no pudo ir con nosotros a nuestras sillas habituales porque le cedió la suya a mi prima. Él se fue para otro bloque y yo sentí que una parte de mí se fue con él. El primer tiempo lo sufrimos como nunca y, como si supieran, no hubo goles. Cuando nos dimos cuenta, había una silla vacía a la par de nosotros y de inmediato lo llamé para que viniera a ver el segundo tiempo a nuestro lado. Papi llegó, y a todos se nos iluminó el rostro cuando lo vimos. Ya estábamos los 5 juntos. Y, para fortuna nuestra, pudimos celebrar ambos goles fundidos en abrazos. Que no me digan lo contrario. Saprissa se esperó y los goles llegaron en el segundo tiempo, para poder vivir una noche mágica más con mi morado favorito.
No hay día en que Papi y yo no hablemos de Saprissa. Todo lo que sé y amo de mi equipo, se lo debo a él. Cada gol, cada campeonato, cada alegría que me ha dado Saprissa, la he vivido de la mano de mi papá. El primero al que abrazo en las celebraciones es a él. Papi es el que me protege del frío y el viento Tibaseño. Hemos estado juntos en los triunfos y en los fracasos del equipo. Sus sillas están junto a las mías en Sombra Oeste. A su lado he caminado infinidad de veces por los pasillos de la Cueva. Él me enseñó que nuestra afición nunca abandona y que la historia futbolística de este país está escrita en letras moradas. Y así será por muchísimos años más. Por eso digo y diré siempre: Gracias a la vida y a mi padre por nacer morada💜
Post a Comment